Resiliencia Emocional
Nelson Mandela fue un abogado y político nacido en Sudáfrica, considerado un ícono mundial de la reconciliación y del perdón. Sus protestas contra la segregación racial y a favor de una sociedad libre, democrática e igualitaria, provocaron que fuera condenado a prisión perpetua en el año 1964.
Paso 27 años consecutivos aislado en una cárcel en condiciones extremas, no tan solo de supervivencia física sino también psicológica. Y el mismo después de ser liberado declaró que “El confinamiento en aislamiento fue lo más duro de la vida en prisión. No había principio ni final. Solo existía la mente de uno, que puede llegar a traicionarte”.
Este es un claro ejemplo, de la capacidad de las personas para salir fortalecidas después de haber vivido experiencias traumáticas, logrando tener una vida aún mejor con un espíritu valiente, pacífico y empático.
¿Qué es la resiliencia?
El término fue introducido en 1973, por el ecólogo y entomólogo forestal Crawford Stanley Holling, con el propósito de denominar la resiliencia ecológica y explicar la recuperación de un ecosistema después de haber sufrido cambios por causas naturales o provocados por el ser humano.
La Real Academia Española (RAE), la define como la “Capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas”. Y en el ámbito de la psicología se explica en términos generales, como la capacidad de afrontar las crisis o momentos difíciles que pueden generar algún trauma e integrarlos como un aprendizaje en la vida.
En la actualidad este término ha recobrado gran importancia, y aun mayormente con la pandemia ocasionada por el COVID-19, que ha puesto a todo el mundo en un cambio repentino en el día a día de nuestras vidas, con una crisis de salud inconcebible e incertidumbre sobre el bienestar de la humanidad.
De lo anterior, podemos inferir que la resiliencia está al alcance de todo ser humano, sin embargo, cada quien desarrolla esta capacidad de manera distinta, desde la infancia con base en sus experiencias e inteligencia emocional aprendida en la familia.
Características de una persona resiliente
a. Paciente: Reconocer actitudes impulsivas, aprender a no reaccionar sino responder desde un lugar más sabio. Siempre existen estímulos externos que pueden alterar nuestra paz, sin embargo, el reto es respirar y tomar una mejor decisión que apoyen el bienestar personal. Por ejemplo, cuando un miembro de la familia te hace enojar, tu respuesta inmediata podría ser atacar. Sin embargo, el control de los impulsos te permite hacer una pausa y evaluar si es lo mejor.
b. Tolerante: Esta característica es muy similar a la anterior, la tolerancia nos hace aceptar cierta incomodidad aun cuando una parte de nosotros se resiste porque tiene que “hacer algo al respecto”. ¿Cómo habría sido diferente esa respuesta si hubieras tolerado tu incomodidad durante una hora? Observar las emociones que sentimos en un estado incomodo, a veces nos lleva a identificar patrones de conducta negativos que se desatan por la poca tolerancia.
c. Observadora y Abierta: En situaciones de crisis existe una tendencia de enfocarse solo en lo negativo, sin detenernos a observar si existe una lección para nosotros y abrir nuestra perspectiva para ver el lado positivo que pueden mostrarnos esas situaciones. Cada uno decide, si solo ver la parte dolorosa, triste o angustiante de las situaciones o abrirse a recibir la lección con humildad.
d. Confianza en si mismo: Confiar que tienes la capacidad de superar alguna crisis sin evadir las emociones negativas que pueden surgir, como el miedo. Aceptar que en la vida la constante es el cambio, nada permanece igual y sobreponerte para recibir lo nuevo es estar vivo. Recuerda que todo es un proceso, que dar un paso a la vez es menos agobiante porque la meta no es lo importante sino el camino hacia ella.
e. Presencia / Atención Plena: Si bien es cierto nuestra forma de ser está influenciada por las experiencias que vamos viviendo a lo largo de los años, también lo es que revivir situaciones negativas en nuestra mente puede llevarnos a un estado de ánimo depresivo o derrotador. Entonces una persona resiliente, vive el momento presente de manera consciente sin predisposiciones a lo malo ni al auto sabotaje. Tener pensamientos fatalistas solo te paralizan en el pasado y no te dejan vivir el presente.
f. Relajada: Alguna vez me dijeron “déjate sorprender por la vida”. A veces queremos tener todas las respuestas de manera instantánea y controlar ciertas situaciones para evitar la incomodidad. ¿Qué tan consciente tienes tus apegos? ¿Te consideras una persona controladora? Recuerda que el universo tiene planes más grandes de lo que a veces podemos imaginar, confiar que vamos a estar bien es clave para ser resiliente.
g. Cultiva el Amor Propio: Esta es mi frase favorita, la que siempre me recuerdo porque me es muy fácil darle a los demás atención y cuidados, olvidándome que todo empieza en uno. El amor propio es cada día, cada situación, cada persona, cada momento. No es la intensa rutina de ejercicio, el día en el Spa o la copa de tu vino favorito, va más allá. Es observar la calidad de tus pensamientos para identificar como te hablas, puede haber muchos reclamos o exigencias hacia ti mismo; recuerda ser compasivo y aceptarte con tus virtudes y defectos, nadie es perfecto. Una persona que cultiva el amor propio antepone sus necesidades sin sentirse culpable.
h. Alegre y Feliz: Definitivamente hay cosas que no salen como quisiéramos, aun así, a veces es mejor sonreír y disfrutar. ¿Ser feliz o tener la razón? Dicen que hay batallas que se ganan perdiendo, a veces vale la pena pasar por alto algunas discusiones o peleas, porque existe el riesgo de aferrarse a tener la razón en lugar de llegar a un acuerdo. Cuando conciliamos nos acercamos a los demás y esa conexión da felicidad, paz y amor.
i. Positiva: La energía fluye donde va tu atención, encontrar una nueva o diferente perspectiva será siempre una opción para no caer en la trampa de la queja constante. Tener una actitud positiva, es agradecer por las cosas simples que a veces damos por sentado y enfocar nuestra energía en cultivar lo que queremos en nuestra tu vida.
Beneficios de ser resiliente
Las personas resilientes tienen estados de ánimo más positivos y disfrutan más la vida, en consecuencia, su nivel de estrés, ira o miedo es bajo.
El cerebro humano está programado para la negatividad desde nuestros antepasados, es parte de lo que nos ha ayudado a sobrevivir ante cualquier cosa que represente una amenaza. ¿Sabías que cada vez que tenemos un pensamiento negativo, nuestro cerebro libera sustancias químicas?
Entonces cada vez que tenemos un pensamiento triste, desesperado o inútil, nuestro cerebro libera sustancias químicas que te hacen sentir mal. Por el contrario, los pensamientos esperanzadores, amorosos y felices liberan sustancias químicas que nos hacen sentir bien y seguramente lo has notado.
Existen diversas investigaciones que sugieren que las emociones positivas (felicidad, gratitud, paz, etc.) están asociadas con un funcionamiento saludable del sistema inmunológico. Por el contrario, las emociones negativas están asociadas con una función inmunológica más débil, una mayor producción de hormonas del estrés como el cortisol y una mayor incidencia de enfermedades.
Cuando tengas una emoción negativa, detente a observar como se siente tu cuerpo durante y unas horas después de esa emoción, es como si un carro te hubiera arrollado porque el cuerpo está listo para salir huyendo. Ahora imagina que por la calidad de tus pensamientos estás en modo alerta con la adrenalina al máximo más frecuente de lo que deberías, esto indudablemente genera un desgaste físico y mental innecesario.
¡No enfermes tu cuerpo! Revisa de donde surgen esos pensamientos y que probabilidades hay de que se cumplan en tu mundo real.
Ejercicio de Resiliencia
Escribe en una hoja 3 ejemplos para cada uno de los siguientes puntos:
- Miedos que te han paralizado y te han dejado así por mucho tiempo, sin animarte a dar un paso
- Metas que hayas alcanzado que dudaste en hacerlo porque creías que sería muy complicado
- Deseos, sueños o planes que has postergados simplemente por miedo o autosabotaje
- Habilidades y/o cualidades que te hagan sentir orgullo por ti
¿Listo (a)? Ahora analiza detenidamente estos puntos y de manera honesta, responde si te consideras una persona que tiene potencial para desarrollar su resiliencia. En caso de ser así, describe que áreas de oportunidad estás dispuesto a mejorar y cómo lo harías.
Y por último, escribe la razón por la cual consideras que vale la pena intentarlo y crees que mereces cosechar los frutos de tu compromiso, esfuerzo y visión.
Conclusión…
El filósofo griego Heráclito de Éfeso, sostuvo que “la única constante en esta vida es el cambio”. Así que la vida indudablemente nos pondrá retos, aunque inicialmente no logremos comprender la razón de estos, pero todos podemos desarrollar a lo largo de nuestra vida la resiliencia para salir más sabios y victoriosos.
Hay personas que son resilientes porque han tenido a alguien cercano que ha sido un ejemplo a seguir, mientras que otras han encontrado el camino por sí solas. Las personas resilientes surgen de crisis personales o sociales, que han vivido situaciones adversas, que han fracasado varias veces intentando algo sin darse por vencidas tan fácilmente.
Todos podemos ser resilientes, solo debemos reconocer si estamos dispuestos a emprender un proceso de cambio a nivel interno (creencias limitantes) y externo, (hábitos o estilo de vida).